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30 de septiembre de 2007

"Berthe Morisot con ramillete de violetas"

Edouard Manet
1872
(Fragmento)

EL CUADRO:

Las cintas negras del sombrero se enrollan alrededor del largo cuello.
Los ojos, negros, no pueden esconder el brillo dorado de una mirada cálida, tranquila y segura, ajena a todo el atuendo fúnebre que la mujer viste con elegancia.
Una camisa blanca, de interior, se asoma dejando ver un triangulo de piel desnuda.
Los cabellos, castaños, en desorden, llenos de mechones rebeldes que se escapan del sombrero.
La boca, de labios carnosos, esboza una mueca, mitad sonrisa, mitad seria.
El cutis, dorado, como el fondo de los ojos (y el fondo del cuadro), evoca el sol de España.
Sobre el pecho, en lugar de una joya, lleva un pequeño ramo de violetas *.
LA MODELO:
El vestido, las cintas, el sombrero, la coquetería... importan poco. Lo que llama la atención es la fuerte personalidad de la modelo. Envuelta en este negro tan negro hay un brillo, una luz.
La mirada, al mismo tiempo dulce y severa, nos atrae. ¿Qué expresa? Parece un enigma, un pozo sin fondo. Lo que deja adivinar, o al menos entrever, es un temperamento. Hay “algo” en esas pupilas,”algo” que sale de dentro y transmite, a pesar de una gran reserva, mucha intensidad. ¿Quién es la mujer representada? ¿Una de tantas mujeres que se ganaban la vida posando –durante largas, aburridas y agotadoras sesiones- como modelo para los artistas?. No. Es Berthe Morisot, una mujer artista completamente integrada en el grupo de los Impresionistas, aunque no la única mujer impresionista.
EL ARTISTA Y LA MODELO:
Édouard Manet y Berthe Morisot se conocieron en 1868 en el Louvre, donde ambos acudían casi a diario a copiar las obras de los grandes maestros.
Manet invitó a Berthe a posar para él en un cuadro que estaba comenzando: El balcón. En este cuadro hay cuatro personajes, pero todo parece girar en torno a la presencia de Berthe.
Posteriormente la pintó en once ocasiones: Berthe Morisot con zapato rosa, Retrato de perfil, Retrato con manguito, El reposo, Joven con velo, Berthe Morisot detrás del abanico... y Berthe Morisot con ramillete de violetas, el más célebre y que fue expuesto en el Salón de 1905.
ÉDOUARD MANET (1832-1882)

Nacido en el seno de la burguesía francesa, sin antecedentes familiares que expliquen su vocación y su talento artístico, es considerado como el auténtico padre de la pintura moderna.
Sus cuadros fueron causa de enormes escándalos públicos y provocaban, en la gente que se agrupaba ante ellos, verdaderos ¡ataques de risa!. Hoy, viéndolos, nos cuesta imaginar esas reacciones porque lo vemos como un clásico.
Manet no era consciente de que estaba cambiando la historia de la pintura. Él, simplemente, se ponía delante de las cosas y las pintaba tal como las veía y no como sus contemporáneos creían que debían ser. Pero nadie antes las había visto así y nadie las había pintado de esta manera.
(Textos: Mercedes García Bravo)


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